
Los impedimentos para la curación incluyen renunciar a vivir
en el pasado, dejar de ser víctima, y el miedo al cambio. Dirigir
el pensamiento y la energía hacia el pasado desvía la fuerza vital de
las células y los órganos que necesitan esa energía para funcionar y sanar.
La
curación requiere vivir en el presente, recuperando la energía de los traumas y heridas del pasado. Dice
que la única razón para alimentar y mantener vivo el pasado es a causa de la
amargura de lo que pasó.
Negarse a perdonar un evento o a una persona del
pasado produce fugas energéticas del cuerpo. El perdón sana estas filtraciones. El perdón no tiene
nada que ver con no responsabilizar a otros por las heridas que causaron.
Tiene más que ver
con “liberarnos de la percepción de víctima”.
Cuando podemos ver un acto doloroso como parte
del proceso de la vida, como un mensaje o un desafío en lugar de una traición
personal, la
energía vital fluye de vuelta a los circuitos de
energía del cuerpo físico.
Las personas no se curan
porque no se han liberado de la ilusión de ser víctima. Con demasiada frecuencia,
la gente obtiene poder con sus heridas porque han encontrado que suscita el
apoyo de otros.
Las heridas se convierten
en un medio de manipular y controlar a los demás.
Generalmente, la recuperación requiere hacer
cambios en el estilo de vida, medio ambiente, y relaciones. El cambio puede ser
aterrador.
Es fácil mantenerse en un compás de espera,
alegando que uno no sabe qué hacer, pero rara vez es cierto. Cuando estamos en
un compás de espera, es porque sabemos exactamente lo que debemos hacer, pero
estamos aterrorizados para actuar en consecuencia…
El cambio es alarmante, y la
espera da sensación de seguridad, cuando la única manera de adquirir ese
sentimiento de seguridad es entrar en el torbellino de los cambios y salir por
otro lado, sentirse vivo otra vez.
La sanación requiere
acción.
Comer
adecuadamente, hacer ejercicio diario, tomar el medicamento adecuado a través
de las hierbas naturales, genera cambios saludables en el físico.
Soltar el pasado, dejar
puestos de trabajo estresantes o relaciones
inadecuadas, son acciones que sostienen la energía del
cuerpo.
Lo que apoya al uno apoya al otro, porque la
energía física y energética están inextricablemente unidas.
Incluso el proceso de morir, al
que todos nos enfrentamos, puede convertirse en un acto de sanación de viejas
heridas que son liberadas resolviendo asuntos pendientes con los seres queridos.
En definitiva: El cambio
viene de aprender a amar toda situación en todo momento, aprender a fluir, ser
amor en acción.
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